El viaje de Selene, by Neus Sintes

He aquí estoy yo llamada Selene; os narraré como me transformé de la noche la la mañana en un chica joven liberal e independiente en una mujer india manteniendo todas y cada una de las costumbres y obligaciones en la que una mujer en la India debe cumplir.

Me encontraba ojeando las páginas de una revista sin leer. En el aeropuerto a la espera de que el avión me llamara a mi próximo destino: la India. Llevaba conmigo apenas una mochila bandolera con lo mínimo para sobrevivir u al menos eso creía. Tenía pensado viajar una temporada, sin tiempo definido a otro país. El porque elegí la India…No lo sé. ¿Fue el destino quien me condujo hacia allí?. Nunca lo sabré. Lo único que sé es lo que viví.

Siempre me he considerado una chica muy independiente y sobre todo viajera. Me encanta hallarme en lugares y países nuevos a los que mis pies todavía no han pisado. He recorrido mucho mundo, acompañada de amigas o sola, nunca he sido de las que tienen relaciones serias o con mucha duración. Esta vez iba a viajar a la India, ya tenía en mano un billete de ida, pero de vuelta no. Nunca sé cuánto tiempo voy a permanecer en un lugar o en otro. Mi instinto siempre se ha guiado por la improvisación y la aventura.

Había muchas cosas sobre la India, sobre todo la situación de la mujer no era demasiado buena, aunque no hubiera imaginado que podría llegar a ser tan dramática. Una cosa es saber que la inmensa mayoría de las mujeres sean amas de casa dedicadas al cuidado del hogar y de los niños y otra es descubrir las historias que pueden llegar a protagonizar. Muchas fueron las personas que me aconsejaron de ir a otro lugar pero no hice caso y luego vinieron las consecuencias.

Y allí me encontraba, Selene la aventurera, la valiente, dispuesta a subir al avión que me conduciría a la India; a Nepal  para ser exactos.

El viaje fue muy largo, con muchas horas de vuelo hasta que por fin el piloto anunció la llegada a Nepal. Hacía un tiempo agradable. Aquél día llevaba una blusa sin mangas color esmeralda que resaltaba con el color de mis ojos, que son del mismo tono, junto con una minifalda blanca. Sabía que iba a hacer buen tiempo, así que me preparé ligera de ropa para sentirme mas cómoda.

Al bajar las escaleras mis ojos pudieron ver un precioso paisaje de enormes montañas. De hecho, en Nepal se encuentran las montañas mas altas del mundo. Sentí el aroma del aire natural y de selvática que mis ojos percibían. Después me subí en el primer autobús que llegó y en él había turistas como yo, aunque la mayoría eran hombres y las mujeres todas cubiertas con velos. Sólo se les veían los ojos. Su vestimenta eran vestidos largos que cubrían casi todo el cuerpo, excepto los ojos.

Apenas había sitio donde colocarse. Las mujeres no hablaban y solo se oían murmullos y hablaban entre sí los hombres Hindúes. Tenía entendido que a los extranjeros se les respetaba, incluido a las extranjeras. Pero lo hacían a su forma de vida y estilo, muy diferente al nuestro. Me encontraba sentada en el borde de un apretado asiento donde pude colocarme, mirando por la ventanilla, viendo el hermoso paisaje que me rodeaba, absorta en mis pensamientos, cuando un hombre sentado a mi lado me estaba observando. Había leído y me habían aconsejado que si eres respetuosa y te haces respetar, te respetarán.

  • Hola – me saludo, sin dejar de mirarme
  • Hola – le contesté, brevemente.
  • Eres muy hermosa. Bonitos ojos, ¿Como te llamas?

-Selene, le contesté con una sonrisa.

-Tu rostro y tu cuerpo son tan hermosos como tu nombre. Yo me llamo Ryan. Yo acompañarte en este viaje. – me anunció sin más.

Entonces fue cuando pensé en los consejos que me dieron mis amigos y me percaté de cómo iba vestida. Noté una de sus manos apoyarse en  mi muslo y una amplia sonrisa vi aparecer en su rostro. El autobús seguía lleno aunque algunos pasajeros ya habían bajado a sus paradas. Apenas algunos Hindúes y mujeres ocupaban los demás asientos en silencio. Debí hacer caso y percatarme de mi error, pero ahora ya era demasiado tarde; Ryan creía que buscaba ligar. Mi mente solo me decía y repetía:  si eres respetuosa y te haces respetar, te respetarán. 

Me hallaba apoyada contra la ventanilla, intentando mantener la calma, llamar la atención chillando sólo lo empeoraría…Ryan tenía uno de sus brazos reposando en mis hombros, rodeándome todo el pecho, acercándose a mí, mientras que con la otra mano, posada en mis muslos intentaba separarlos para poder entreabrir mis piernas. Quería gritar. Al mirarme me entro miedo. Su mirada clavada en la mía, sonriéndome. Me selló los labios con uno de sus dedos para ir deslizándolos por mis pechos.

El autobús anunció la siguiente parada a la que intenté bajar cogiendo mi bandolera. Al intentar escapar de las manos de Ryan, el me dirigió una mirada de reproche. Al bajar respiré el aire de Nepal. Observé como todos los hombres me miraban, parecía ser el centro de atención, al ser la única turista que visitaba a su pueblo.

De pronto unas manos fuertes me agarraron la cintura y cuando me giré me encontré la mirada ansiosa y profunda del hombre que me había seguido en el autobús y que me manoseó sin poder hacer nada al respecto, ya que me encontraba en Nepal, donde cualquier mujer y sobre si es turista pueda ser acosada o sentirse observada por ojos masculinos como era mi caso.

  • Selene, yo ser tu guía, ¿recuerdas? – me recriminó.

-No necesito a nadie, gracias – contesté lo mas educadamente que pude

-En Nepal, ninguna mujer sola. Siempre con hombre a su lado

Yo intenté liberarme y eché a correr por un sendero montañoso donde pude observar que abundaba mucho la marihuana. Creí haberme librado de él, cuando me dí cuenta que al otro lado él me estaba esperando. Me retuvo. Desde el primer momento había sido su objetivo. Debí de suponerlo mucho antes y ser mucho más precavida pero ahora eso no importaba.

Me cogió de la cintura y fui conducida a un verde prado, lleno de marihuana. Me echó sobre la hierba, y de mi bandolera fue extrayendo y sacando toda mi vestimenta y quedándose con mi documentación. Yo estaba temblando, el mundo ya no era mundo para mí. Una sombra negra venía acercándose más y más; su tez morena contrastaba con la mía. El aroma de la marihuana me transportó a otro mundo. Oía que me hablaba, con una lengua no era la misma pero entendía palabras sueltas que reconocía.

-Mujer en Nepal obedece a los hombres – me reprochó. Selene eres mía. Yo te he elegido como mía. Todo hombre elegir a la mujer Nepalí o turista que el desea tener. Mujer, obedece órdenes; siempre.

No veía nada, todo estaba en sombras, solo percibía y notaba como mi cuerpo poco a poco empezaba a tensarse. Como sus labios besaban los míos, tendida en la yerba y sus manos empezaban a recorrer mi cuerpo, mientras que mi top se veía arrancado con ferocidad ofreciendo mis senos a Ryan, a un desconocido. Quería gritar, pero no podía. Mis fuerzas me fallaron y el aroma a marihuana no me ayudaba. Me sentía mareada.

Mientras manoseaba mis pechos y mordía lentamente mis pezones, con delicadeza, yo ya me había perdido en otro mundo. A continuación noté como sus manos iban bajando hasta llegar a mi cintura donde intentó separar mis muslos, mientras uno de sus manos me tapaba la boca dejándome medio inconsciente y la otra iba bajando lentamente mi falda para luego deshacerse de mi ropa interior. Me hizo abrir los ojos, para ver como yo, Selene me encontraba desnuda y sobresaltada bajo la yerba, atrapada.

A raíz de ese crucial momento dejé de ser una mujer libre e independiente. Al poner los pies en Nepal, descubrí un nuevo mundo en el que la independencia de toda mujer mujer e incluso la mía se fue negada. Mi vida cambio para siempre dando un giro radical a mi existencia como mujer.

Empezó una agonía, un infierno. Ver como me abría las piernas en un vano intento por mi parte de evitarlo y notar unos de sus dedos introducirlos en mi interior. Ryan se bajo sus pantalones y su miembro erecto fue penetrando dentro de mi una y otra vez. Saboreó cada rincón de mi cuerpo, se apoderó de mi alma y de mi ser, sin yo quererlo. Mi cuerpo era suyo, cada poro de mi piel ahora le pertenecía.

Me encontraba en estado de shock mientras veía como me consumía  a medida que me iba desmayando de nuevo por el efecto de la marihuana.

Selene despertó aturdida en una cama mullida envuelta en la sábana. Se hallaba desnuda. Su ropa no estaba. Se fue levantando poco a poco envolviéndose con una manta, cuando la puerta tras de sí se fue abriendo. Se giro despacio y descubrió a Ryan que entraba en él.

  • Buenos días, mujer. Que linda se te ve – le dijo mientras le acariciaba la cara, retirándole un mechón de pelo.
  • ¿dónde estoy?, dame mis ropas. Quiero irme – contestó Selene con frialdad
  • Mujer. Portarse mal. Tú ser obediente conmigo. No poder marcharte.
  • Buen día. ¿Como has dormido, mujer?. Estas en mi casa donde viviremos, junto a mis dos hermanos y mi madre. Dentro de dos días celebraremos una pequeña y familiar ceremonia, Selene. Espero que te alague oír que serás mi mujer.

Selene no tuvo palabras ni lágrima alguna ante lo que acababa de oír. Se encontraba en estado de schock. Se levanto cuidadosamente de la cama, envolviéndose con la manta. Su intención era salir corriendo de la habitación pero dos hombres altos la entreabrieron y ya no tuvo la ocasión de realizar lo que se proponía.

-Te presento a mis dos hermanos. Ricky  y Frank. Y ambos la miraron con el mismo deseo que Ryan.

Al cabo de un rato, una mujer menuda entró en la habitación. Menuda pero decidida les dijo algo en un idioma en el que no logró entender ni una palabra ya que hablaba muy rápido. Selene intentó captar algo pero en vano…

A continuación observó a Selene, cuyos ojos parecían intentar leer la mente y una sombra se dibujó en los ojos de la mujer. De un tirón hizo que la manta que cubría a Selene cayera al suelo dejándola desnuda delante de todos. Entonces la mujer empezó a hablar

-Yo enseñarte junto a todos a ser buena esposa. Deber cumplir bien tu trabajo, no rechistar y ser obediente. Sino cumples con tus obligaciones, deberán castigarte.

-Pero…

-Shisst, no rechistar. Primera norma que deber cumplir. Hay otra cosa que deber saber. Aquí las mujeres en cada familia deber repartirse entre los hombres de la familia para poder tener mas descendientes y crear mas tierras.

-Noooo…En un intento de huir los tres hombres la cogieron. La ataron a la cama mientras Ryan daba las órdenes a sus hermanos para que la calmaran con marihuana.

-Sé que te enamorarás de mí, Selene…le susurró Ryan mientras el efecto de la marihuana hacía efecto y entonces Ryan dio permiso a sus hermanos para que éstos pudieran acariciar a su futura mujer. Quien le daría hijos en abundancia y placer.

Al principio no le resulto nada fácil. Selene se convirtió en la segunda esposa de Ryan; pues ya estaba casado con una más joven pero no le daba tanto placer como Selene. Por eso permanecía mas tiempo con ella cuando regresaba del trabajo.

Si bien es cierto que su marido era cariñoso y comprensivo, sus suegros no lo eran tanto. Selene tuvo que cambiar su forma de ser, de vestir y de actuar. Ella, que disfrutaba con la música, bailando y cantando, se vio privada de estos placeres. Su carácter fuerte y decidido no era bien recibido. Ese mismo carácter hizo que le resultara muy difícil seguir los caminos marcados por la tradición, según la cual debía obedecer y respetar a sus suegros por encima de todo.  Se convirtió en otra Selene, terminando siendo prácticamente esclavas, obligada a limpiar y cocinar para toda la familia.

Cuántas fueron las veces en que uno de sus hermanos la reclamaba para que fuera a su cama o simplemente se desnudara para el en el lugar que se le antojara y convertir su cuerpo en un objeto que se repartía continuamente entre los tres varones. Cada poro de su cuerpo era convertido en su propiedad.

-Ven conmigo – Desnúdate para mí.

Y así lo hacía. Sin rechistar. Entregándose. Saboreando el placer y convirtiéndolo en su forma de vida. Mientras su marido o su cuñado la penetraban, compartiendo cada poro de su piel, cada parte de su cuerpo compartido y succionando a base de mordiscos y besos. Lamiendo penetrando en sus más íntimas partes y así cada día. Convirtiendo la obligación en placer y el placer en costumbre.

Aprendió a sentir el placer como algo natural y a emplear la marihuana en casos de necesidad. La desnudez formaba parte de su vida cotidiana y los tres hombres saboreaban su cuerpo como si de un postre se tratase. Selene aprendió a entregarse sin rechistar, a sabiendas de que si no lo hacía sería castigada por la familia.

A veces se encontraba que quien abría la puerta era su marido acompañado de un hermano. Entonces necesitaba de la marihuana. Dos hombres saboreaban su cuerpo, después de un largo día de trabajo. El placer de Selene era su mejor recompensa. Su cuerpo les pertenecía, como la fuente que da chorros de agua. Ella les proporcionaba el agua que tanto querían saborear.  Si deseaban saborear y mordisquear un pecho en cualquier momento, ella debía dárselo sin protestar, con o sin gente a su alrededor.

Continuamente eran sus embarazos continuos y rezando para que fueran varones, ya que si eran niñas su suegra no las quería y las rechazaba. Por fortuna todos fueron varones menos una niña. No sabía ni podía saberlo de cual de los tres eran los hijos de cada uno.

Pasó el tiempo y Selene, se acostumbró a la vida que el destino le había deparado, su cuerpo ya no era suyo ni su independencia le fue dada, pero sí logró hacer algo de lo que se sintió orgullosa. Después de hablar con su marido halló la manera enseñar a todos los niños a leer y a escribir. Los demás padres también quisieron que supieran leer y escribir además de otras cosas básicas. Y de esta forma Selene liberaba su espíritu compartiendo con los niños su afán por la enseñanza.

 

 

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