Mi nombre es Geralt, nacido bajo las sombras de una humanidad de la que nunca supe adaptarme a ella. Humanos se dicen llama ser, cuando en realidad son peores que las bestias. He intentado encontrar mi lugar en este mundo pero no hay cabida en él. Vivo alejado de ellos. En mi cabaña me encuentro con mis fieles lobos a mi lado como única compañía.
Ahora mismo me encuentro jugando al único vicio que me hace salir de la realidad de la que procedo. Me convertí en un cazador de monstruos en un juego de rol,
Supongo que para matar la rabia y la ira que llevo por dentro. Mi vida no ha sido fácil. Al contrario. Empecé a odiar a los humanos desde el primer día en que, siendo apenas un niño de 8 años, pude ser testigo de cómo entraban en nuestra humilde casa y saqueaban lo poco que teníamos. Yo pude esconderme en un pequeño armario, aunque me tuve que tragar las lágrimas al ver cómo mis oídos escuchaban los alaridos de mi madre gritar y los intentos por mi padre salvarla. Dos disparos atravesaron mis sentidos. Uno de ellos fue directo a mi padre y el otro a mi madre.
Apenas era un niño. Esperé a que se hubiesen ido, pero en mi mente aún ese recuerdo vaga de día y de noche. Recordando que no hay depredador más feroz que el mismísimo ser humano.
Una llamada a la puerta hizo desviarme de mis pensamientos, mientras dejaba de jugar y me dirigía a la puerta. Al abrirla me encontré cara a cara con alguien a quien recordé vagamente.
Cazador de monstruos. ¿Cómo me has encontrado?
A través de tu IP del ordenador. Soy el administrador de rol. Tengo una misión para ti. ¿Cual es? pregunté desconfiado __Posees otro don del que todavía no te has percatado. Eres un brujo. Siempre lo sido y sabido en tu interior, aunque has liberado ese poder. ¿Un brujo?
__Así es. Tu misión es encontrar y sacar a la luz el poder que albergas en tu interior.
Geralt, eres un brujo.