Se habla del bien y del mal como algo que existe y que nos han enseñado desde pequeños. A diferenciar el bien del mal. Os narraré una pequeña historia de la que no es muy común ni conocida siquiera. Os hablaré de cómo hizo su aparición la niña que protegía al Diablo. Se cuenta que en un recóndito pueblo escondido tras unas inmensas montañas, un tanto alejado del ajetreo de la gran ciudad, estaba habitado por solo unos pocos aldeanos. Gente que se había criado desde niños en un ambiente familiar y sencillo. Privados del constante uso de la tecnología que tan rápidamente había ido creciendo y desarrollándose en otro lugares del mundo.
A pesar de ser un pueblo pequeño, los lugareños eran gente trabajadora, dedicada al campo y a cosechar sus propias hortalizas. Una vez al mes subía un camión para dejarles provisiones para que pudieran seguir con sus labores y seguir cosechando con esmero las tierras que tanto amaban. Sin cosecha no había alimentos y sin alimentos el hambre era su peor enemigo.
Todos los domingos iban a rezar por costumbre a a la capilla, regida por el Padre. Mientras todos estaban en la capilla, a las afueras el viento soplaba con intensidad. Era invierno y se avecinaban tiempos en los que era más difícil la vida en las montañas. El matrimonio Ham’s al regresar a su hogar se encontraron en el portal a una niña de unos seis años de edad, dormida. La entraron en la casa, sin saber de su paradero. Ningún otro aldeano al que preguntaron la había visto nunca. Los Ham’s esperaron a que despertara para preguntarle de donde venia o si es que se había perdido.
Al despertar, ésta no hablaba. Le preguntaron por su nombre pero no recibieron respuesta. El matrimonio Ham’s no tenía hijos. Decidieron acogerla, hasta recibir alguna respuesta. Llamaron al Padre y al entrar en la habitación, la encontraron flotando por las aires. Al abrir los ojos, esta reflejada la maldad escrita en el rostro. Una sonrisa maléfica empezó a emitir. Sus primeras palabras «soy la protectora del Mal».