Una ola de calor estaba acechando en Chile. Los trabajadores de Viña del Mar estaban acostumbrados a las olas de calor que estaban sometidos. Viña del Mar se consideraba la mejor ciudad para vivir y trabajar, por eso muchos eran los que residían allí. Cerca de sus hermosas playas, los espacios verdes y su agradable clima. Aunque había que asegurarse de vigilar y llevar a mano siempre las pertenencias, ya que los robos eran frecuentes, especialmente en el transporte público.
Valentina trabajaba en una pequeña tienda donde vendía pimientos y demás verduras. La dueña del local había puesto ofertas para que la venta fuera mayor. Surgió efecto. Muchos de los aldeanos se acercaron a la tienda donde trabajaba Valentina y fueron muchas las ventas que cotizó, gracias a las ofertas que la dueña había puesto ese día.
Al salir del trabajo, de camino a su casa, vio una pequeña caseta donde una vidente echaba las cartas. Curiosa, bajó la escalinata y atraída por la curiosidad entró en la cabaña, donde se dejó echar las cartas.Valentina no es que creyera al cien por cien, pero sí sentía cierta atracción sobre lo que podrían decir.
—Entra, mi querida niña… —fueron las palabras que escuchó antes de entrar.
En la estancia se podía percibir el aroma a incienso, mientras la mujer de pelo cano la esperaba sentada en una mesa redonda. En medio de la mesa se podía ver una bola de cristal y un juego de cartas a un lado.
—No temas ¿Quieres saber lo que te deparará el futuro?
Valentina no creía mucho, aunque la curiosidad la llevó a sentarse frente a la mujer, quien la observaba con sus ojos vidriosos.
—Bueno, bueno —a ver lo que tenemos… —susurró mientras acariciaba la bola de cristal con ambas manos. Dime ¿Cómo te llamas? —preguntó
—Valentina —respondió
—Bonito nombre. Posees el nombre de una mujer valiente. Cerró los ojos y la habitación quedó en silencio. Cuando los abrió miró a Valentina y pronunció unas palabras en un lenguaje que desconocía.
—¿Qué es lo que ve? —preguntó Valentina, al ver cómo sus ojos se abrían de par en par.
—Valentina, tu vida cambiará. Te van a suceder muchas cosas. Veo batallas y luchas, incógnitas y senderos que pronto descubrirás. Aunque también puede que conozcas el amor. Vivirás un romance muy especial.
Cuando finalizó la sesión, Valentina echó a andar hacía la puerta, todavía un poco aturdida, pensando en lo que había sucedido. Creer o no creer. Solo el tiempo sería testigo de lo que sucedería en su futuro.
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Valentina llegó cansada a su casa. Se preparó algo ligero para cenar. Cuando fue acostarse en la ventana de su habitación, asomado en la repisa se encontraba un grillo verde. Al verlo se asombró, recordando haber leído en un libro que si alguna vez se veía a alguno aparecer precisamente en la ventana, se decía que era señal de buena suerte. Aunque se encontraba bastante cansada para pensar, solo deseaba cerrar los ojos y descansar.
Había sido un día largo. Fructífero por un lado, ya que había conseguido vender bastante en la tienda y cansada por otro por todo. Su mente no dejaba de cavilar sobre las palabras de la vidente.
Al cerrar los ojos se adentra en un profundo sueño en el que se encontraba luchando contra los tentáculos de un tiburón, intentando atraparla. Al otro lado un apuesto caballero oye a Valentina gritar y corre con su caballo a cuestas, envainando su espada enfrentándose al tiburón y de esta forma salvando a Valentina.
Valentina despertó sobresaltada y sudorosa. Todavía era de noche y el silencio reinaba en la oscuridad. Se levantó de la cama en busca de un vaso de agua fresca, mientras reflexionaba sobre el significado de lo soñado. Hacía mucho tiempo que no recordaba un sueño tan real y profundo. A veces la mente es tan misteriosa como los mismos sueños a los que nos enfrentamos, más si es de noche.
—¡Yo soñar con un príncipe! —exclamó. — Si en Viña del Mar no he encontrado el amor, no creo encontrarlo en ningún otro lado —pensó mentalmente.
Valentina miró la hora en el reloj y pronto escucharía el despertador sonar. Se tumbó en la cama aunque solo fuera para poder descansar un poco hasta volver a su vida rutinaria en Viña del Mar.
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Continuará…
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