El espejo es el reflejo del alma. Mónica tuvo la mala suerte de experimentar el terror en su rostro al ver cómo el espejo de mano, que utilizaba en la cómoda de su habitación, se hacía añicos. A raíz de entonces, las supersticiones que en alguna ocasión había escuchado, por boca de los mas ancianos, se hicieron realidad.
Nunca creyó en las supersticiones hasta el día en que su espejo se hizo añicos, mientras se alisaba sus cabellos, tarareando una de sus melodías, que solía cantar, cuando estaba de buen humor.

Siete trozos rotos, siete años de vida donde la mala suerte la había perseguido. desde entonces Su alma atrapada había quedado en los fragmentos del espejo, cuando lo asió con ambas manos, reflejando en él su rostro. Ese fue el principio de la pesadilla. Cuando se percató del error cometido, ya era demasiado tarde. Dejó entrar a la mala suerte en su vida y a las energías negativas. El mundo se convirtió en un calvario.

Durante siete años, había envejecido con mucho más rapidez. Perdió el empleo, se encontraba con deudas y tuvo que ver fallecer a los que más amaba. El dolor le amortiguaba en el pecho y se preguntaba si sería cierto que pasados los siete años, su vida volvería a la normalidad. No fue así. Su mala la continuó persiguiendo.

Tantos años habían pasado, que creyó vivir con sus malas vibraciones. La Mónica de antes ya no existía. Ahora se había convertido en una Mónica completamente distinta a la que la gente había conocido en su día.

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