Querido cuaderno,
A ti confié mis primeras líneas, mis primeros borradores. Borradores, que poco a poco fui tiñendo tus bellas páginas en blanco, de tinta negra y azulada, reflejando palabras convertidos en fragmentos, con un significado muy especial para mi.
Me di cuenta, por vez primera, de la magia que pude percibir, al depositar mi confianza en tus delicadas hojas. Fuiste mi tesoro más preciado, mi confidente. A ti dediqué horas y horas de escritura. De día y de noche.
Puse todos mis pensamientos e ideas, que de mi mente surgían. Mi acompañante en todo momento, siempre de mi bandolera me acompañabas. Fuera a la escuela, a dar mis paseos rutinarios o tomando un café.
Cuando se terminaron tus hojas, supe en ese instante, que tú al que llamaban cuaderno, eras y fuiste el principio, el comienzo de muchos otros que vinieron detrás de ti. Mi primer cuaderno. El que me cambió la vida.
Mi primer cuaderno; cómo olvidarte