Ojalá que la luna pueda salir sin ti
Ojala que la tierra no te bese los pasos..

¿Qué significaban aquellas palabras? – se preguntaban sus dos hermanas, al oír pronunciar aquéllas frases de la boca de su hermana pequeña, que en sueños había empezado ha pronunciar, hacía unas tres semanas.

Desde el fallecimiento de su madre, se habían mudado con su padre a las afueras. Pero lo que más había afectado a la familia, fue que  la policía no halló el cuerpo de su madre. Desde entonces, Sonia, la menor de las tres hermanas había tenido sueños en los que empezó a recitar, esas escalofriantes frases, que hacían erizar la piel a a sus hermanas mayores.

Ojalá que la luna pueda salir sin ti
Ojala que la tierra no te bese los pasos..

Sus hermanas, no dijeron nada a su padre. Dejaron a Sonia en su habitación, mientras no dejaba de repetir lo mismo, una y otra vez. La preocupación se reflejaba en sus rostros cansados.

-Mañana será otro día, Julia – le animó su hermana.
-Eso espero – Buenas noches – Amanda.

Sonia, sonámbula empezó a andar sigilosamente por la casa, hasta la puerta principal. Salió a la espesa noche, con sus pies descalzos y su blusón de noche y seguida en dirección al bosque, empezó a andar. Poseída, por algo o alguien, siguió el camino hacía el bosque, donde todos los insectos voladores empezaron a seguirla. Desde las mariposas, las luciérnagas y el ulular del búho, que desde lo alto del árbol le daba la bienvenida.

Llegó al final del prado, donde por fortuna o por desgracia. Sonia abrió los ojos y contemplo el cráneo del que fuera una vez su madre. Mientras de fondo oía como a gritos sus hermanas y su padre la llamaban a gritos.

-Ojala que la tierra no te bese los pasos… – Al final sí te los besó.
-Ojala que la luna pueda salir sin ti – Luna, no la abandones.

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