Juan era un deportista de élite. Había dedicado gran parte de su vida al deporte. Llevaba en las venas una pasión y una dedicación absoluta. De carácter competitivo y de pensamiento positivo. Su meta era alcanzar siempre el éxito deseado.
El pensamiento positivo le aportaba vitalidad, entusiasmo y confianza. Con la capacidad de superación y ganas de lograr nuevos retos en su vida.
Pero la edad, empezaba a pasar factura. Había tenido un par de lesiones, que le habían impedido una temporada practicar deporte. Frustrado y con los ánimos por los suelos, no aceptaba el tener que abandonar.