El móvil formaba ya parte de sí mismo. Le acompañaba a todas horas y a todas partes, hasta incluso al lavabo.
Era testigo de todos sus escarceos. Conocía más que nadie su historia, sus mentiras y sus verdades. En él guardaba todas sus fotos, sus videos, sus juegos y sus contactos.
«¿ Qué pasaría si algún día desaparecieras?»- pensaba mientras se quedaba mirándolo con cierto recelo y temor….
Pero un día se olvidó de él. Salió de casa dejándolo olvidado encima de su butaca. Y el cruel móvil dolorido, decidió darle un castigo. Éste no podía ser peor.
Como venganza el móvil terminó contando a la mujer todos sus secretos. Fue cuestión de segundos, cuando su mujer regresó de hacer la compra se encontrará el teléfono de su marido parpadeando. El instinto de cogerlo fue tentador, aunque su contenido, no fue el esperado.
El móvil empezó a enseñarle todos aquellos mensajes y fotografías de sus amantes. Con quien compartía los momentos más íntimos. La verdad dolía, aunque más fuerte es el dolor de las mentiras. De los engaños.
Al llegar del trabajo, encontró la casa vacía, en silencio. En la butaca reposaba el móvil olvidado. Junto a él una nota de despedida.
Tu móvil me ha revelado todos tus secretos, que tan bien guardados llevabas.
No merezco ser tu mujer. Ni tampoco lo deseo.
¿Por qué, por qué? – me has traicionado. – ¿Por qué le has tenido que contar todos mis secretos, que tan bien guardaba? – dijo, mirando al móvil con rabia.
El móvil no le respondió.
Interesante, Neus, como siempre…
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Gracias Alejandro 🙂
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