El té es una de las costumbres más destacables de los saharauis. Sólo sentirás el desierto cuando seas parte de este entorno y compartas con su gente un té y su forma peculiar de vida.
El primer te es amargo cómo la vida. El segundo es dulce cómo el amor y el tercero es suave como la muerte. Vida, amor y muerte.
Por eso el té saharaui define tan bien la esencia de su pueblo. Es algo que no olvidas. Te llevas contigo el aroma y la amistad de quien te lo ofrece.
Precioso relato, Neus. Siempre aportas una dosis de sueño a tu escritura, una de mis favoritas. Saludos
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Gracias Alejandro 🙂 Saludos!
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