Todo adulto posee al niño o niña que llevamos dentro. Esta dedicatoria va para nuestro niño interior.
A la niña interior que entre libros siempre veía, sumergida entre ellos; devorando cada línea y cada párrafo, cuya contenido contenía una historia distinta. En muchas ocasiones imaginaba ser la protagonista de la historia que tenía entre manos. Su imaginación desbordante la hacía mantener una doble vida. La real y otra paralela a la dura realidad; la vida. Muchas veces se adentraba en esa vida paralela siendo protagonista de cada historia que leía. Su inmensa imaginación le ayudó en el duro y difícil caminar. Que mejor que la literatura para ayudarla por el camino.
Se la veía siempre caminar con un libro debajo el brazo. Cuando la niña empezó a crecer ya no solo leía sino que empezó a sentir pasión por escribir sus propias historias, partiendo de una hoja en blanco. Llevaba consigo siempre una libreta y cuando le surgía un pensamiento lo iba escribiendo.
De carácter optimista, siempre te ofrecía una sonrisa, aunque en ocasiones solo fuera una máscara para evitar mostrar al mundo la soledad y la tristeza, que en su alma albergaba. La felicidad no la encontraba en el mundo real, por eso se sumergía en su mundo paralelo, en el que allí sí encontraba un mundo en que la fantasía y la ficción formaban parte en el.
Sabía diferenciar el mundo real del mundo paralelo que se había creado. Siempre fue soñadora y creativa. «En el soñador, vida y sueño coinciden». Una cita que aún conserva en la memoria, una de tantas que le llegó al alma.
Podía pasarse horas leyendo y escribiendo cerca del mar. La inspiración junto con la brisa del oleaje hacían milagros en su libreta que siempre llevaba consigo.
A nuestra niña interior, que con amor la recordamos y que sigue con nosotros en un hueco de nuestro corazón. La niña en mujer se convirtió pero no olvidemos que aunque en adultos nos convirtamos por ley de vida, no dejamos de lado a nuestro niño interior.
¿Quién en alguna ocasión no ha escuchado una vocecita que le habla? – se trata de nuestro niño interior que nos habla y aconseja desde el fondo de nuestro corazón. Si retrocedemos en el tiempo, recordaremos al niño interior que llevamos dentro.
Sublime, Neus. ¿Te pasa también que tu niña interior te dicta los poemas, te narra los textos, de sugiere juegos literarios? El mío, todavía. No puede abandonarme, no sabe: Con lo tímido e introvertido que soy, se apiada de mí y me saca plática… Saludos
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De sugerir juegos literarios, sí lo hace 🙂 – Y le gustan. Jeje
Saludos.
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