Tiempos difíciles habían llegado a nuestras vidas. A las de todos los habitantes de la Tierra. Donde muchos negocios se veían obligados a cerrar y otros se mantenían, pero sin cantar victoria. Cubiertos por una mascara que nos impedía ver nuestros rostros. Dejando a la vista miradas que hablaban por sí solas.

Anochecía y un aire frío percibí por la nuca. No era la de una brisa cualquiera. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, como si la presencia de alguien me estuviera observando.

Giré por la calle que daba acceso más rápido hacía mi casa, pero también la más oscura y de pasillos estrechos. Las farolas estaban apagadas. Decidí que el miedo no me paralizara cuando de nuevo sentí una oleada fría por la nuca, esta vez más intensa, más cercana.

Un gato negro saltó perseguido por otro atigrado. Carreras de gatos en la noche. Levanté la mirada y percibí cómo una de las farolas se había encendido, con la luz aún parpadeando. Entonces vi una sombra. El botón de alerta se encendió automáticamente en mi pecho. Me paré en seco, pensando en continuar, en seguir adelante o dar marcha atrás.

Para mi sorpresa vi aparecer de la nada la silueta femenina de una mujer. Me paré en seco y su mirada me penetró en lo más hondo de mi ser. Sus ojos color miel dignos de una belleza sin igual me transportaron a otro mundo. Su rostro lo cubría una máscara negra de encaje con el diseño de unos puntos negros, cuya transparencia se podía apreciar. De pestañas largas y cejas afiladas provocaban una reacción que atrapaba a cualquiera. Por un momento indefinido me perdí en su mirada.

Se movía con movimientos sigilosos y parsimoniosos. Aunque sin darme cuenta, perdí su rastro.

-¿A dónde se había ido?, – me pregunté –

Por última vez que la vi estaba delante mío. Caminaba contorneando sus caderas hasta que tras la niebla se había difuminado, esfumado. Muchas noches me pregunto a donde fue o si fue fruto de mi imaginación. Tan solo sé que su mirada quedó clavada en la mía y no dudo en que aparezca de nuevo. No quiero perder la esperanza, aunque las probabilidades sean nulas, de que la vuelva a ver.

Tengo esperanza. Dicese de que donde hay esperanza hay alguna posibilidad por pequeña que sea. En mis sueños apareces cada noche. Aparece de nuevo , te ruego. Aunque sea para volver a ver tu mirada, tu rostro.

 

Anuncio publicitario