Me olvidaron hace mucho tiempo. Los dueños se mudaron hace varios años olvidándose de mi. Arrancaron el motor del coche cargado de sus otras pertenencias y se fueron, sin regresar jamás.
Mientras afuera, el viento airea las hojas del otoño dejándolas caer libremente en el jardín, dejándolas esparcidas por todo. El viento mueve constantemente el cartel, raído por el tiempo de: «Se Vende».
En la oscura y vacía habitación, en el rincón pegado a la columna olvidaron un baúl; ese baúl soy yo. Puede que no parezca valioso y por ello me olvidaron, pero mis recuerdos van más allá del olvido, se aferran a una vida pasada con mucha documentación almacenada.
Si algún día alguien me encuentra hallará en mí un mundo muy distinto al que conoce. Colgada está la llave. Es la pieza clave que puede abrir lo que almaceno durante tanto tiempo, o tal vez, cabe la posibilidad de que nunca lo haga.
La esperanza es lo último que se debe perder, pero el tiempo pasa, los años también y yo sigo igual, en el mismo lugar triste y solitario, en una habitación que de cada vez se va consumiendo por el polvo y la suciedad. Mi única compañía; el silencio.